* Una bala entre las cejas
Queda claro que no solo en el ámbito privado se violan los derechos de las mujeres, sino que no escapan a esta praxis los tres poderes del estado.
La sanción de este tipo de inconductas en el interior del Poder Judicial abre -ya sea que quien las ejecute sea un superior jerárquico o un compañero de trabajo- un camino hacia el pleno e igualitario ejercicio de los derechos de las mujeres.
Los compañeros de trabajo -que en ocasiones, son testigos silentes de las situaciones de abuso y por ende, cómplices- en el caso de Charlin rompieron el silencio, porque lo denunciaron junto a la afectada directa.
El custodio del Juez sostuvo que en una oportunidad el Juez sacó su arma y en posición de tiro le dijo: “traemelá (a la Secretaria Privada) que le pongo una bala entre las cejas”.
El silenciamiento de los crímenes contra las mujeres parece que comienza a romperse.
La mirada de los jueces y de todos los agentes del Poder Judicial resulta imprescindible para la sanción del abuso sexual cometido en su propia casa.
Es por ello que la promoción de las políticas para combatir situaciones de abuso sexual con violencia de género llevada a cabo desde el Superior Tribunal de la Nación no pueden más que recibir nuestro más elogioso reconocimiento.
Solo la problematización –como metodología, actitud, y abordaje de lo cuestionable y de lo incuestionable también- de conductas históricamente naturalizadas, puede llevar a erradicar la violencia contra las mujeres. Única manera de escapar así de la señal simbólica e ingresando en la institución de políticas públicas que instalen la indagación, análisis y debate permanente de la cuestión, convertido ya en una verdadera epidemia.
* Escribe la Dra. Silvia Raquel Pedretta