Tal como fuera anunciado en el programa de festejos para este día, las autoridades del Consejo acompañados por numerosos Colegas asistieron a la San Misa celebrada en la Catedral de San Isidro-. Luego, la reunión paulatina de los abogados en la sede de Martín y Omar 339, para dar inicio a la ceremonia de juramento de los noveles abogados y el reconocimiento a los Colegas que tras cincuenta años continuan en el ejercicio profesional.
Prestaron juramento el Dr. Rodrigo Javier Arenas acompañado por su Sra. madre, Dra. Marta Denari y el Dr. Patricio Martin Asensio Neves, acompañado por su Sr. padre Dr. Patricio Asensio Vives. Después prosiguió la ceremonia con la entrega de medallas en reconocimiento a los abogados que continuan ejerciendo la profesión luego de cincuenta años de actividad.
Ellos son los Dres. y Dras. Marina Elvira Bottarini, Guillermo Eduardo Wenceslao Browne, José Carlos Gustavo De Paula, Osvaldo Jesús De Paula, Jorge Oscar Di Toto, Mauricio Osvaldo Iosoviz, Hebe Mirtha Martínez, Cayetano Povolo, Santiago Manuel Rajmilchuk, Rodrigo Toranzo, Marcos Ramón Torres, Guillermo Andrés Valle y Daniel Esteban Vilela.
Día del Abogado 2015. Discurso
Acto seguido, el Sr. Presidente del Colegio, Dr. Guillermo Ernesto Sagués, dirigiéndose a la audiencia expresó:
"Queridos Colegas: Cada vez que llega este día lo sentimos como especial. Celebramos acá en la casa de todos, en el Colegio que nos une, en homenaje al día de Juan Bautista Alberdi, verdadera alma de la Constitución que es la ley más alta pero que en realidad es mucho más que una norma, porque configura una forma de vida social basada en el derecho, en la libertad y en la justicia.
Entonces aquellos que profesamos el derecho decidimos que su día sea el nuestro. Con el homenaje a Alberdi nos homenajeamos poniendo una pausa para reencontrarnos.
Viendo al otro, nos vemos reflejados a nosotros mismos, sabedores de los mismos afanes, de iguales luchas, de triunfos y sinsabores. Y sobre todo con la alegría, que brinda la tranquilidad de conciencia de saber que cumplimos una misión que no le está reservada a cualquiera.
Junto al festejo, en este día especial los abogados tenemos incorporada la natural costumbre de repasar y reflexionar los temas que se vinculan con el derecho, la justicia y la sociedad a la que servimos. Siendo el imperio del derecho un fin que se alcanza solo mediante la lucha y el esfuerzo constante, es nuestra responsabilidad señalar los obstáculos, avances y retrocesos que registramos como actores necesarios del sistema judicial.
En ese sentido es de obligado señalamiento que observamos con verdadera alarma la actual situación de la justicia en nuestro país.
Hace pocos días desde la más alta Magistratura judicial de la Nación se dijo que la sociedad exige una justicia que no ampare la impunidad. Se trata de una declaración que es encomiable por el mensaje que conlleva, pero también es cierto que la circunstancia de haberse debido resaltar una cuestión tan obvia, constituye de por sí un dato que confirma y magnifica nuestras preocupaciones.
La justicia de nuestro país atraviesa su etapa histórica más difícil desde la restauración de las instituciones republicanas. Sus niveles de aceptación y credibilidad en la sociedad son bajísimos; las protestas y manifestaciones en las puertas de tribunales son cosa diaria y los medios incursionan muchas veces en forma desacertada sobre cuestiones propias de la ciencia del derecho. Un fenómeno universal y poco deseable pero que crece a medida que las instituciones defeccionan.
Los reproches a la magistratura y las imputaciones de corrupción, parcialidad, incapacidad, encubrimiento y complicidad con el delito y los delincuentes, se han naturalizado, lo que constituye un germen destructor de las instituciones, inigualable por su virulencia.
La sensación de que existe una justicia para el pueblo y otra para el poder, provenga de donde provenga, es cosa aceptada socialmente y por más esfuerzos discursivos que se hagan, esa es la realidad y contra ella chocan inútilmente las palabras.
Carlos Cossio sostenía que el que cree que no tiene jueces, no tiene por qué poner su fe en las normas. Si bien eso puede ser cierto, la actual realidad nos lleva a preguntarnos respecto de qué jueces o de qué justicia debemos tener depositada nuestra fe.
¿Acaso en los que frente a la muerte violenta de un Fiscal federal, que tenía a su cargo la investigación de asuntos de máxima gravedad institucional, hace más de siete meses, no han logrado siquiera determinar su causa?
¿En los subrogantes, suplentes o itinerantes que son designados por oscuros procedimientos y andan a los manotazos disputándose una silla de juez?
¿En quienes dan un espectáculo que avergüenza, cuando se intercambian denuncias dentro de los tribunales, imputándose recíprocamente delitos graves?
¿En aquellos que manipulan sorteos, avanzan rápidamente en algunas causas y demoran otras, de acuerdo a los caprichos e intereses de aquellos a quienes responden como fieles mandaderos?
¿A los que paraliza el miedo de perder sitiales y privilegios, ante la más mínima presión?
¿En aquellos cuyas designaciones en el poder judicial solo encuentran una justificación en la afinidad política y el amiguismo?
¿En los que todos los días sorprenden por cometer arbitrariedades que escandalizan?
¿En los que guardan silencio cómplice conociendo irregularidades o delitos de otros integrantes del poder judicial?
¿En los que niegan la existencia de la inflación, como si fueran cultores extremos del idealismo hegeliano, privando de la más elemental justicia a los más necesitados, a los humildes, a las víctimas de los daños, a los trabajadores?
¿En los que permiten que la pureza del sufragio del pueblo sea mercancía de los estafadores poniendo en peligro la sustancia misma del sistema democrático?
Esta es la realidad que golpea con su habitual contundencia. Hace años que el Colegio de Abogados de San Isidro advirtió sobre todo esto que iba a suceder.
Promovió acciones judiciales contra las reformas del Consejo de la Magistratura de la Nación dos veces y se opuso a una inconstitucional y falsa democratización de la justicia.
No calló nunca su opinión, no lo hace ahora, ni seguramente lo hará en el futuro. El Colegio lo anticipó y pasa hoy, lo que dijimos que iba a pasar. Por eso tenemos en San Isidro la conciencia bien tranquila.
Nuevamente es la realidad la que llama a la verdad y nadie puede negarla por lo menos con mínima dosis de honestidad intelectual. Como tampoco se pueden negar, ignorar o disimular los gravísimos hechos sucedidos en el Juzgado del Fuero de Familia N°1 de Pilar, que han motivado que el Colegio una vez más -en su conocida historia- deba asumir la responsabilidad de acusar a un magistrado y someterlo a proceso de destitución.
Difícilmente puedan encontrarse en toda la historia judicial de la provincia un precedente en el que puedan haberse verificado el cúmulo de irregularidades, negligencias, abusos y violaciones a la las leyes en el marco del desprecio más absoluto a las funciones y responsabilidades de la magistratura republicana, como el de este caso.
Lo sucedido es de tal gravedad que ya se ha comprometido directa y severamente la responsabilidad internacional de nuestro país y lo que es peor, en materia que es particularmente sensible, en cuanto se advierte que se han involucrado a menores en maniobras, hechos y omisiones, en las que imperan también los delitos en sus formas más repugnantes, por ser sus víctimas los más indefensos y los victimarios los que fueron designados por el Estado, precisamente para protegerlos. Un crimen para el que no existen adjetivos suficientes.
Es cierto que las generalizaciones son malas e injustas. Mas con señalar los males que observamos, excluimos especialmente a las mujeres y hombres que integran el Poder Judicial, que diariamente dan lo mejor de sí trabajando en soledad, las más de las veces con medios insuficientes, honesta y responsablemente y también muchas veces con sacrificios personales, a todos los que han hecho de su vida impartiendo justicia una misión sagrada; porque son la contracara de los anteriores, al diferenciarlos, les brindamos nuestro reconocimiento, hoy, en nuestro día.
En estos jueces y juezas sí, depositamos nuestra fe.
Pero es necesario actuar sabiendo que más que invocaciones a la majestad monárquica de una justicia tan ideal como, es imprescindible asumir que la crisis de confianza se revertirá a través de comportamientos rectores que demuestren coraje moral, sin el cual es inútil hablar de independencia de los jueces, porque ya nadie cree en palabras altisonantes o frases huecas.
Este día es una buena oportunidad para anunciar también que durante la próxima semana ingresará en la Legislatura de la provincia un proyecto de reforma integral a la ley de aranceles n° 8904, elaborado por una comisión especial designada por el Colegio de Abogados provincial.
Todo el espíritu de la reforma tiende a preservar la dignidad del abogado y se enlaza en forma directa y estrecha con la necesidad de efectivizar la independencia del ejercicio profesional de los abogados, y el regular funcionamiento de sus instituciones colegiales, de acuerdo a las garantías establecidas en los arts. 40 y 41 de la Constitución de la provincia.
Todos estos principios están hoy gravemente amenazados debido a lo que parece ser una política de algunos sectores de la justicia orientada a amedrentar y domesticar a los abogados, ahogándolos económicamente.
La reforma viene a renovar el régimen vigente durante 38 años para adecuarlo a los nuevos tiempos, y a las modernas modalidades del trabajo profesional, pero sobre todo, a determinar el carácter alimentario de los honorarios, el orden público de los mínimos legales, la nulidad de las decisiones que no los respeten y la eliminación -en la mayor medida que ha sido posible- de la discrecionalidad judicial que en este caso, tiene como signo distintivo, el haberse convertido en arbitrariedad constante, sistemática y habitual.
Los estudios comparativos y estadísticos realizados durante más de un año de labor, permiten concluir que la violación de los mínimos arancelarios ha implicado la pérdida de centenares de millones de pesos confiscados por el Estado en su función judicial a los Abogados y a la Caja de Previsión Social.
El nuevo régimen propuesto generaliza para todas las regulaciones judiciales el jus arancelario como única medida, terminando con las distorsiones provocadas por la inflación.
El proyecto procura eliminar la posibilidad de que existan regulaciones judiciales indignas, que en muchos casos resultan inferiores a los aportes previsionales que se deben obligadamente hacer por el trabajo profesional.
Las antes enunciadas son algunas de las pautas que orientan la reforma propuesta que será dada a conocer en su integridad en los próximos días.
Faltan pocos días para que el Colegio de Abogados de San Isidro cumpla 50 años de vida, que es la maravillosa obra -siempre inconclusa - edificada con el esfuerzo y la pasión de los abogados.
En un año tan especialmente significativo se ha puesto a prueba la estructura creada por el Colegio para el perfeccionamiento y la capacitación: la puesta en vigencia del Código civil y comercial ha resultado un desafío al que debíamos responder.
Las pruebas están a la vista: las aulas del Colegio se encuentran colmadas, los cursos, jornadas, conferencias que diariamente se generan, han encontrado entre los colegas de todas las edades la mayor de las aceptaciones.
El resultado final de cinco décadas de trabajo acumulado, es que los abogados venimos a estudiar y a capacitarnos en número cada vez mayor en nuestra casa, con nuestra gente y con nuestros propios métodos.
Seguramente habrá más y mayores desafíos y también seguramente los superaremos entre todos.
Los abogados hoy festejamos el común destino, libremente escogido, que se confunde con nuestra existencia misma. Qué mayor prueba de ello es el ejemplo que nos dan los que han cumplido los mismos 50 años del Colegio siendo Abogados.
Es que nosotros no trabajamos de abogados. Somos abogados.
Festejemos nuestro día ratificando una vez más, que serlo es la distinción que solo es dada a pocos, porque significa haber asumido ser responsable de defender el derecho de otros, persiguiendo toda la vida, con la misma ciega esperanza que el primer día, la estrella huidiza de la justicia humana.
Muchas gracias."
Para la agenda de los Colegas. PROGRAMA DE FESTEJOS DEL CINCUENTENARIO DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE SAN ISIDRO